Llegó de Italia a México justo cuando el movimiento del vino abría un ojo y pensaba en despertar. Fue artífice de los grandes vinos, durante años, de L.A. Cetto y hoy está al frente de una bodega que lleva su nombre y que en poco tiempo ha dado mucho qué hablar -y beber- a los cada día más amantes del vino en México.

 

Ciao

Nació en Italia en una familia dedicada al comercio. Su padre, Gabriele, tenía 20 hectáreas plantadas con manzanos. También era propietario de un viñedo y bodega. Camilo fue el único de sus hermanos que se interesó por la agricultura.

«Después de dejar la escuela me dediqué un año a la tarea del campesino. Fue una gran enseñanza. Aprendí la poda, el manejo de la uva, de la bodega y el vino. Tenía 14 años. De ahí me nació la vocación. Estudié en Alba, en Piemonte».

Magoni piensa que no hay que esforzarse en entender al vino. Tan solo hay que disfrutarlo. «Un día de esos que te entra la duda…. decidí emigrar. La primera oportunidad que tuve fue la que me dio L.A. Cetto, en Baja California. Me hubiese dado igual irme a Madagascar. Lo que quería era irme». La invitación que le hiciera Ángelo Cetto le cambió la vida a él y al vino mexicano.

Camilo llegó al Valle de Guadalupe en 1965, cuando había una viticultura muy tradicional, con las variedades de uva antiguas.

«La evolución comenzó a principio de los años 70 cuando se dio la asociación de las bodegas Cetto y Domecq. Se empezaron a plantar miles de hectáreas y se renovaron muchas también. En esa época se buscaba rentabilidad, porque no había sofisticación en el consumidor de vino. Luego comenzó la evolución de las uvas blancas: Chenin Blanc, Colombard , Chardonnay, Sauvignon Blanc;y en tintas, Cabernet Sauvignon, Merlot, Petiete Syrah y Malbec.

«La Nebbiolo ya estaba. A mí me tocó hacer la selección ya de campo, y eliminar las plantas que no eran Nebbiolo. Limpiamoslos viñedos y así empezó la producción de esa varietal». Magoni concluye que todo es una continua evolución. No hay nada estático. Los vinos de hace diez años, no son los vinos de hoy y se siente satisfecho que pudo participar de esa evolución.

La uva Pinot Noir

«No le tengo nada de miedo al Pinot Noir. Es una variedad con una elegancia aristocrática, delicadeza de aromas, fineza y persistencia sedosa que resulta difícil de conseguir fuera de su región… la verdad. En nuestro clima, esa nota elegante se pierde en la maduración, por las temperaturas que tenemos aquí (en Baja California). Si me la dan a degustar a ciegas esos vinos ¿los identifico? ¿Mantienen la personalidad del Pinot Noir? porque si no la mantienen, no dejan de ser excelentes vinos pero, ¿hijos de quién?»

Magoni explica que le tocó traer la varietal Petite Syrah, una uva que se adaptó en esta región, y que produce vinos con personalidad propia y mantiene la tipicidad de la uva. «Tengo un proyecto de varietales experimentales. Estamos trabajando con 112 tipos de uvas.

«Hay que dejar quela naturaleza haga su chamba. No se puede uno meter. Yo no puedo modificar las condiciones. Tenemos que invitar a alguien que realmente conozca las zonas de origen de esas variedades, y que nos digan si los vinos que estamos estamos produciendo mantienen la identidad de origen».

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Por el buen camino: Camilo Magoni

 

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