La noche de cinco estrellas en  el restaurante Fifty Seconds, confirma que  el placer que da la comida es un hedonismo aplaudido.

Lisboa se iluminó el 11 de marzo con una de las experiencias gastronómicas más memorables de la temporada: una cena a seis manos en Fifty Seconds, uniendo cinco estrellas Michelin en una celebración de la cocina portuguesa. Bajo la batuta del chef Rui Silvestre, anfitrión de la velada, los renombrados Hans Neuner (Ocean, Algarve) y Rui Paula (Casa de Chá da Boa Nova, Porto) se unieron en un festín de creatividad y técnica.

Desde el primer instante, la velada prometía una inmersión en la alta cocina. El cóctel de bienvenida, servido con vistas espectaculares del Tejo desde los 120 metros de altura de la Torre Vasco da Gama, preparó el terreno para un desfile de platos que fusionaron tradición e innovación con la precisión de los mejores chefs del país.

Un menú que narra historias

El menú fue un viaje multisensorial. Rui Silvestre abrió con bocados que jugaban con texturas y contrastes: hongos con cítricos y anchoas, cangrejo con shiso, una gelatina de chanterelle con infusión umami y una tartaleta de anchoas y cítricos que explotaba en el paladar. La creatividad de Hans Neuner se hizo presente con un sándwich helado que sorprendió tanto por su estética como por su sabor, en un delicado bocado japonés en forma de abanico.

Cada plato era una sinfonía de técnica y producto. Rui Silvestre presentó una sublime combinación de erizo de mar con una infusión caliente y dulce que contrastaba maravillosamente con el caviar. Luego, su amberjack, servido en un inmenso plato blanco, invitaba a descubrir distintos cortes del pescado en una armonía de sabores marinos.

Rui Paula aportó su toque con una langosta y canelón de piña de las Azores, resaltando la dulzura natural del crustáceo. Neuner, por su parte, jugó con el umami y un carabineiro que evocaba el mar en su estado más puro.

Uno de los momentos de Rui Silvestre fue el pani puri , un homenaje a la conexión histórica de Portugal con India y Mozambique. La mezcla de cítricos y especias despertó los sentidos en un instante. Luego, llegó el turbot con mantequilla de yuzu, de Silvestre servido en piezas separadas para destacar cada textura del pescado, acompañado audazmente por un vino tinto.

Maridajes de altura

La experiencia no solo brilló en la cocina, sino también en la copa. Marc Pinto, jefe de sumilleres y tres veces Sommelier del Año, diseñó un maridaje que llevó la cena a otro nivel. Desde el elegante Hehn Reserva Távora-Varosa 2017 hasta el profundo Oboé Vinhas Velhas Douro 2013, cada vino intensificó la complejidad de los platos. Mención especial al Cossart Gordon Malvasia Madeira 10 años, un cierre magistral para una noche de perfección.

El postre: dulces recuerdos de un viaje

Patricia Godinho, la mente detrás de los postres, cerró la cena con un prepostre de cítricos, shiso y jengibre que refrescó el paladar. Luego, un pastel de avellanas, arándanos y coco aportó textura y profundidad. Finalmente, un aletria con mango, pistacho, chocolate y caramelo dejó una última impresión de dulzura y sofisticación.

Más que una cena, un espectáculo gastronómico

La noche en Fifty Seconds fue mucho más que una cena; fue una celebración de la pasión, la disciplina y la creatividad de estos grandes chefs. Como bien dijo Hans Neuner en un momento de la velada: “Para un chef, abrir los ojos significa viajar. Ir a Japón al menos una vez en la vida te cambia la visión de la cocina.”

Cada plato contaba una historia, cada bocado evocaba una memoria y cada copa de vino elevaba la experiencia. Al final de la noche, la sensación era clara: la alta gastronomía portuguesa no solo está en su mejor momento, sino que sigue reescribiendo su propia historia.

Publicaciones Similares