En la región de Alentejo, en Portugal existe un proyecto que fue el sueño de una familia hace 200 años. Hoy es una hacienda con más de 780 hectáreas donde puedes recolectar aceitunas, recorrer zonas arqueológicas y hasta hacer tu propio vino.* Vivian Bibliowicz 14 enero 2022
En un día esplendoroso y con ilusión de conocer São Lourenço do Barrocal emprendimos camino a Alentejo. La carretera está llena de alcornoques hasta donde la vista alcanza, este árbol de donde sale el corcho. Los olivos nos acompañan y el aire huele a frescura otoñal. Estamos atravesando la región más grande de Portugal (en términos de área) que se divide en Alto, Bajo y Central Alentejo, en Alentejo litoral y Lezíria del Tejo.
Catalogada como una zona vinícola importante para visitar, nos acercamos a conocer estas tierras que con un suelo granítico ofrecen vinos con aromas frescos que se desarrollan por la gran amplitud térmica que tiene el clima de esta región, la cual alcanza a obtener hasta 20 grados de diferencia entre el día y la noche.
Los vinos
Cuentan con cinco hectáreas de viñas viejas (con más de 50 años) donde están plantadas las varietales blancas Roupeiro (la más antigua), Manteúdo y Perrum.
A la enóloga Susana Esteban originaria de Tui en España, no le gusta intervenir demasiado en el vino y deja que el propio terroir hable por sí solo.
Licenciada en Ciencias Químicas por la Universidad de Santiago de Compostela y una maestría en viticultura y enología en la Universidad de Rioja, comenzó su trayectoria como enóloga en Douro en la Quinta de Côtto y luego en la Quinta do Crasto por cinco años.
“Tenemos viñas como se hacían antiguamente sin riego y plantamos lo que queremos. Quise preservar lo que se hacía antes y así no perder el terroir cuando se riega. La viña vieja es más constante y siente menos las cosechas y cambios. Tiene esa cualidad y se auteregula pues ya pasó por años de lluvia y sequía.”
La familia fue creciendo poco a poco aprovechando el potencial de las viñas que antes se plantaban las más productivas porque se vendía la uva a la cooperativa. Ahora producimos vinos blancos regionales, y también vinos de nuestras vides viejas con las cepas tradicionales de la zona.
Me gusta de Alentejo esa libertad… podemos escoger lo que queremos y jugar un poco con cepas portuguesas y también mezclar con las internacionales, como es el caso del Syrah que se adapta muy bien en Alentejo y que prácticamente ya es considerada local, porque lleva más de 200 años en estas tierras”.
También se producen en São Lourenço do Barrocal vinos de ánfora cuando hacen innovaciones o de talha, con cepas más tradicionales.
“Me gusta mucho la talha pues es un recipiente curioso y es muy diferente la vinificación independientemente del material, pues el formato influencia mucho porque el vino está en movimiento por el hecho de tener la forma de un huevo y los vinos terminan siendo más elegantes y más pulidos. Los de talha están sujetos a reglas y deben estar mínimo hasta el día de San Martinho porque así lo dicta la tradición”, apuntala.
“Las producciones son pequeñas pero conseguimos valorizar eso al hacer buenos vinos”
Nos relatan que los vinos que se hacen de manera artesanal pueden aparecer ciertos defectos y ellos intentan evitarlo teniendo más cuidados en la elaboración con la oxidación.
“Nosotros controlamos la temperatura y la sala donde se fermenta también es super limpia”.
Susana nos asegura que el uso de la barrica lo hacen con mucho cuidado pues sería un crimen perder la fruta por un exceso de barrica. También afirma que su filosofía es lograr vinos de guarda que aguanten mucho tiempo en botella.
Disfrutamos del rosé de Touriga Nacional con un color provenzal y que no pasa por barrica; el blend de Aragonés, Touriga Nacional y Alicante Bouchet; el blend de
Ropeiro y el Arinto que su combinación es perfecta porque el Ropeiro tiene una estructura increíble.
En 2010, se plantaron 10 hectáreas de variedades autóctonas e internacionales: Touriga Nacional, Aragonez, Alicante Bouschet, Syrah, Viognier, Marsanne, y las más recientes Verdelho, Arinto y la cepa Castelão. Producen 30 mil botellas al año.
“Conseguimos hacer vinos genuinos con castas internacionales muy bien adaptadas a este terroir y permiten jugar un poco para hacer diferentes estilos. Es preciso evolucionar aunque tengamos un gran patrimonio de uvas portuguesas. Sin duda vale la pena”.
Esta propiedad agrícola se fundó en 1820 de manos de Manuel Mendes Papança que hoy respeta los métodos de producción consiguiendo preservar la naturaleza y hacer vinos de manera biológica y de gran calidad.
El Hotel
En un lugar en donde el tiempo pasa lento para disfrutar de lo que la vida pacífica nos ofrece tal como dicta la naturaleza, existe un hotel construido con dedicación y entrega por el arquitecto Souto de Moura respetando lo que ya existió hace más de 200 años. Tal como las con raíces profundas, São Lourenço de Barrocal apoya a su comunidad y trabajan con agricultores de la región.
Al despertar abres la ventana del cuarto con vista al deslumbrante pueblo de Monsaraz. Entras a un patio exterior donde puedes disfrutar del campo mientras degustas un pan calientito acabado de hacer que llega a la hacienda a diario.
Los detalles
Las cerámicas que se encuentran por todo el hotel son hechas por locales; las mantas son Burel, y se siente la dedicación minuciosa de una producción manual y con identidad propia.
Cada detalle está pensado y producido por artesanos locales. Organizan paseos por la propiedad para ver, junto con un arqueólogo, vestigios prehistóricos y piedras monolíticas que encuentras por los caminos. Puedes participar en la recolecta de aceitunas, en la vendimia, workshops de cocteles, actividades con bicicletas y hasta hacer tu propio blend de vinos.