Lo diré sin rodeos.
En Brilhante se celebra la cultura francesa mientras se disfruta del acto de comer. Aquí el chef Luis Gaspar seduce paladares y los lleva a la esencia del viaje, donde la comida se nutre de buscar en la memoria sabores pasados, recuerdos fugaces y donde se cumple esa promesa espléndida que pone a la boca a bailar. Ese placer que se saborea para luego recordarlo. Comer con gusto.
Uno de los elementos de la tradición es que nos genera confianza. Comer es un arte de la anticipación donde se confirma que los platos que siempre se han hecho de una manera específica sobreviven, y los comes una y otra vez como si nunca antes lo hubieses hecho.
Las costumbres en los fogones franceses son una amalgama de productos y técnicas que logran hacer salivar a cualquier gourmand y aceptar que a comer bien se aprende, y que es un hedonismo que está bien visto.
Me siento a la mesa y acepto que hay algo intangible y poético que se respira en Brilhante y me entrego a la experiencia.
Un buen cocinero es un promotor de felicidad quien cree en lo que hace. El chef Luis Gaspar se aproxima a la mesa con cara de felicidad porque sabe lo que tiene entre manos. Un menú conciso con un concepto claro.
“Estamos recuperando esas recetas que se comían en Lisboa en los años ochenta, cuando la cocina francesa estaba muy presente en algunos restaurantes de la ciudad. Nosotros lo hacemos lo más riguroso posible by the book, como es el caso del bife à Brilhante. Celebramos el conocido Bife à Marrare creado por el cocinero napolitano António Marrare que se radicó en Lisboa a fines del siglo XVIII”, comenta Luis.
Brilhante, ubicado en el barrio Cais do Sodré muy cerca del ya conocido restaurante Sala de Corte (también de la autoría de Luis Gaspar) cuenta con una cocina abierta ubicada en el centro del restaurante rodeada por 26 lugares en la barra. Al fondo está un bar de donde salen los cocteles y el de la casa es el Old Fashioned hecho con un whiskey seleccionado entre los 50 que ofrecen.
Alrededor del restaurante se encuentran mesas individuales todo decorado en colores rojos, maderas oscuras y sillones de cuero.
Empezamos la experiencia con el couvert que consta de baguette francés con mantequilla ahumada en frío y rillettes de pato que Luis explica es como un paté pero con textura.
Entre las entradas hay salmón gravlax con blinis y crème fraîche , bife tártaro con carne picada a cuchillo que acompañamos con el espumante Kompassus Brut, crema de bogavante con cilantro. Croquetas de carne (buenísimas) con selección de tres mostazas, foie gras Torchon con compota de echalote y brioche y huevos en cocotte con tomate y estragón.
Aconsejamos probar el bife à Brilhante que puedes escoger sea de vazia o lomo y además, puede llevar huevo estrellado, escalope de foie gras o bogavante. La salsa está hecha con vino de Madeira, crema, tomillo, mantequilla y caldo de carne.
En pescados la opción es el clásico lenguado Meunière maridado con un Chardonnay de la adega Mãe del 2020, muy fresco y sin barrica y para los vegetarianos (o no) berenjena a la parmigiana.
George Nunes, el sommelier, nos sugirió el Encruzado de Quinta dos Roques 2021, de la región de Dão para armonizar el arroz de bogavante que estaba suculento e inolvidable.
Todo se puede acompañar con papas a la francesa (esenciales) o puré de papa trufado, el clásico Tartiflette au Reblochon del norte de Francia y esparregado de espinacas con queso Parmesano Reggiano.
Cuentan con dos ensaladas: una fresca de lechuga con mucha agua y la clásica de endivias, queso Roquefort y nueces.
Para cerrar con broche de oro escogimos el Tarte Tatin con helado de vainilla de Madagascar y nos quedamos con el pendiente de probar el soufflé de pistacho o el crème brulée. No cabe duda alguna que regresaremos…cuanto antes mejor.