Asistimos a una gran fiesta para celebrar el nuevo look que tiene La Gloutonnerie y brindar por los 10 años de vida de este espacio francés, uno de los mejores de la Ciudad de México y el país.

En sus inicios funcionó como una tienda delicatessen con una mesa para solo 12 personas. Hoy es un restaurante que goza de una carta de platillos clásicos franceses  con varios espacios decorados como si estuvieses en Francia.

El hecho de tener tres pisos les permite tener espacios distintos y crear experiencias diferentes. En el primer piso se encuentra un espacio privado para comidas  y para cata de vinos, las cuales organizan  mensualmente donde  eligen un tema y buenos vinos para degustar. El ambiente está decorado con un cuadro de Madame Clicqot un gran chandelier y una mesa muy acogedora.

«Me gustan muchos los espacios que tenemos en La Gloutonnerie y me siento orgulloso de mi carta de vinos y sobre todo de la carta de vinos por copeo, donde ofrecemos 50 etiquetas de vinos blancos y tintos. Creo mucho en la experiencia de darle la posibilidad al cliente de probar muchos vinos distintos de Francia, Italia, España, Estados Unidos, México, Argentina Rumania y Austria», comenta Miguel Angel Cooley. »

 

 

 

 

Esta noche tuvimos la oportunidad de vivir tres experiencias  muy completas. En la  planta baja empezó con una experiencia de Champagne. «Fuimos pioneros en la presentación de Champagne por copeo.  Trabajamos mucho con Veuve Clicqot pues es una de las marcas más versatil en el mercado. Hoy degustaremos  Rich, un  espumoso con un dosaje más alto que se sirve con hielo y  algún cítrico». Maridamos este coctel con canapés hechos en base a la carta del restaurante: risotto, mejillones, tempura de camarón  y  terrina de foie gras.

En el primer piso se abrieron aleatoriamente botellas de tres en tres hasta alcanzar a degustar las 50 etiquetas por copeo. También canapés que maridan con vinos blancos y tintos tales como tartar de atún, risotto con morillas y foie, huachinango y salsa de trufa.

 

 

 

 

 

 

 

 

En la terraza  se terminó la experiencia con café Nespresso y  postres, vinos dulces y fortificados, como Oportos, Sauterns, Pedro Ximenez y Late Harvest, servidos en copas Riedel.

«La Gloutonnerie es  mi cuarta niña y la trato como se merece. Por esa razón la redecoramos y le  regalamos dos hermosas lámparas como si le hubiesemos puesto sus aretes», concluye Miguel Angel Cooley.

 

 

 

 

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